El amor jamás dejará de existir

El amor jamás dejará de existir

"Tener amor es sufrirlo todo, creerlo todo, esperarlo todo, soportarlo todo" 1 Cor. 13:7.

Estoy cansado y solo
sufriendo te espero
y el aire está lleno
de la música armónica.

Solo está el corazón
que de ti va acordándose.
Recuerdo lo que ha sido,
sueño con lo que será.

Mucho yo te he prometido.
En "¿Qué promesa?" tú piensas.
Estáte seguro de este,
"En Verdad te amaré siempre".

Yo sonreía y del ojo
la Esperanza se escapó
por una lágrima sola
que en el silencio cayó
tan suave me acarició
y yo temblando estaba.

Entre dos oscuridades
el alma está en busca de
todo lo que ha de pasarnos
y oigo la gran tentación:
"¡Protégelo de lo malo!"

¿Quizá de toda la vida?
De todo lo bueno, ¿no?
Pues, ni proteger ni guardar.
Hermano estás libre tú.

Aunque hagas lo que hagas tú
por mi parte voy amándote,
buscando el Camino voy
soportándote los pasos.

Mi propio cuerpo está en llamas
el corazón inflamado
el fuego tienta la mente
y los recuerdos me penan.

Ellos me salvan, me cercan
y yo estoy frío en la paz,
la paz ardiente cruel,
sufriendo y solo estoy.

¡Alma, en voz baja canta!
¡Levántate a los cielos!
¡Ve los ojos y míralos!
Orgullosos y puros.

¡Tristeza, desaparece!
¡Canta, trata de cantarla!
¡En voz alta, en voz baja!
¡Alma!, ¡En cualquier voz canta!

Yo solo no puedo cantar
el alma crucificada
que sufre antes de morir.

Brilló la Luz en mis ojos
tanto que no podía ver
pero sigo caminando
con confianza me guías.

Yo te llamé - gritó el alma,
oíste la melodía
y el alma resucitó.

En el silencio encontré
el amor que estaba allí.
En el silencio cantamos,
miramos uno al otro y
sin palabra alguna hablamos
de nuestra amistad y más.

En tus ojos vi a Cristo
en ellos estoy desnudo
completamente expuesto
totalmente vulnerable
como el cuerpo que viene
de los cielos a la mano
para ser comulgado.

Jamás podríamos negar
los sentimientos que nos
exponen y purifican,
desnudan y santifican.

Se escapa el alma de mi
tocan - unidas - enlazan
Gloria de Dios mi Redentor
Creo que ya no estoy solo.

Amen.
 

por Antonio Borrow, S.J.